La retórica en el discurso político

La retórica en el discurso político y las estrategias psicológicas en el discurso político

Partimos de la premisa de que la oratoria requiere estrategias psicológicas de la retórica en el discurso político. Y tratándose de una destreza psicológica, en cuanto a la retórica en el discurso político; hemos de tener en cuenta los orígenes de esta. Dada la situación actual de la política,  dominar la retórica exige reformular pautas que establezcan un punto de partida hacia el “arte de la palabra pública”.

Emotividad y retórica en el discurso político

Las funciones esenciales del lenguaje en el ámbito político habrán de dirigirse hacia la expresividad y la emotividad. Apoyándose en funciones como la referencial, la apelativa y la emotiva; este conjunto de acciones nos permitirá dirigirnos hacia el objetivo.  Aseguraremos la comunicación de nuestro mensaje con los receptores del mismo.

Elocuencia que alimente emociones

El orador perfecto, dentro del ámbito político, se comunicará apoyándose en la elocuencia. Este es un mecanismo que despierta, orienta y alimenta las emociones del auditorio, y para tomar el control de esas emociones se ha de partir desde las propias, ya que son las que retro alimentan la autosugestión necesaria para la puesta en escena del personaje interpretativo que active la persuasión del público.

Cualquier elemento que nos genere malestar emocional, que es un impedimento para el desarrollo intelectual/cognitivo de nuestro “yo actuado”, ha de quedar fuera del ensayo que nos permita memorizar tanto el mensaje como los procesos que facilitan trasladarlo a la sociedad.

El acierto de aplicar la retórica en el discurso político

Hacia ese propósito emprenderemos acciones de análisis y reflexión del contenido emocional del discurso, basado en la retórica; acertar, convencer, embellecer, gustar, accionar.. Porque si al buscar la respuesta no dirigimos nuestro propósito al acierto, en la reacción que esperamos, se deja al libre albedrío la respuesta de la sociedad que recibe nuestros mensajes.

El contenido emocional en el discurso

Analizamos las funciones retóricas para transmitir la información, provocar la aceptación, adherir las doctrinas e identificarnos -como personaje público- desde la sencillez, la modestia y la simpatía.

La sonrisa es infalible en el lenguaje que acompaña a la retórica en el discurso político

La sonrisa es la expresión humana por excelencia. Ningún otro ser vivo del planeta posee este recurso tan identificador de su estado de ánimo. Los humanos hablamos con el rostro. La mirada está condicionalmente ligada al gesto afable que activamos desde esa mueca que ilumina nuestros ojos. Y los mensajes que se transmiten con este apoyo son más importantes, si cabe, que el propio contenido del discurso, que también.

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Es ciertamente típico aludir a quienes “lo llevan escrito en su rostro”, “tienen cara de pocos amigos”, o simplemente “tienen mala cara”.

Las técnicas de control de la expresividad facial nos ayudan a relajar los músculos del rostro, para que nuestro semblante no contradiga el contenido de nuestro mensaje oral.

Hay que despojarse de los anclajes físicos que generan expresiones faciales rígidas. Desbloquear la mente con el convencimiento de estar ofreciendo una actitud positiva hacia la contextualización lógica del contenido del mensaje que trasladamos.

Controlar las emociones es el primer paso

Para transmitir credibilidad, nuestra presencia es el pilar fundamental. Nuestra figura, movimientos, gestos, son elementos que nos caracterizan. También nuestro tono de voz. En el aspecto vocal, la soltura verbal al oralizar es esencial. Tan importante es el dominio de la materia que se esté tratando como la destreza del lenguaje que se utilice para tal fin. 

Potencial expresivo y nivel interpretativo

Dentro de los procedimientos retóricos del potencial expresivo, se ha de prestar atención para que el nivel del contenido esté acorde al nivel interpretativo. Por tanto el discurso ha de ser entendible y ajustado a la imagen del personaje público que pretendamos proyectar. En cuanto al aspecto sonoro, el mensaje ha de ser claro verbalmente y dinámico modulatoria y rítmicamente; ello permite sintonizar emotivamente y obtener aceptación.

La actuación vocal conjuga una correcta combinación de silencios, manejo del ritmo, gestos faciales y apoyo corporal.

Recursos y técnicas de conexión con el receptor del mensaje

En el aspecto vocal, es imprescindible que la voz conecte con quienes somos y logre hacerlo con el público -ajustándose a su oído- por medio de una fonación plena, una perfecta claridad verbal articulatoria, una melodía agradable y un ritmo variado.

Para la naturalización del mensaje se ha de ejercitar la capacidad vocal artística y la habilidad interpretativa, a través de la realización de un entrenamiento de voz actoral como método con el que el político podrá empezar a crear su personaje público.

Control interpretativo en voz hablada

Esta instrucción ha de tener en cuenta las virtudes vocales que se posean, para asentarlas desde el pleno control interpretativo, así como erradicar los riesgos fonatorios que puedan existir en el uso práctico de la voz hablada. La instauración de la nueva versión vocal ha de ir inseparablemente unida a la creación del personaje vocal para actuación, basando los parámetros de acción en métodos de dramatización vocal; también llamados de teatralización.

Personaje político dialéctico eritístico

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La certeza de juicio al formular su tesis y la astucia y habilidad para defenderla son dos factores a tener en consideración ya que perfilan la identidad del personaje desde la cual se apoya la actuación ante la sociedad y la opinión pública. Desde ese prisma la intención es que sus propuestas se consideren dialécticamente creíbles de acuerdo al aplauso que obtengan, dada la sutileza con que se adornen para hacerlas valer.

Decía Maquiavelo que la fidelidad y la franqueza escasean en la política. A esta afirmación añadiremos que el lenguaje político suele ser un mensaje vacío. Por tanto, para combatir esa versión actual que la política refleja en la sociedad moderna, el nuevo personaje político público deberá establecerse desde la dialéctica natural como forma propia de comunicarse.

Dicha verdad se alcanza gracias a la firmeza de la dialéctica del personaje con la convicción del propio mensaje y de la puesta en escena donde lo desarrolla.

El método Monroe

Con objeto de avanzar en la habilidad de discusión, que es un elemento esencial en la oratoria política, sugerimos emplear la defensa de las afirmaciones propias que -al mismo tiempo- invaliden al adversario.

Teniendo en cuenta que la discusión conlleva que cada una de las partes está convencida de tener razón, en el ataque y la pausa es fundamental saber aplicar el “juego de silencios”. Con él esgrimimos distintos recursos retóricos como la recapitulación, que facilita pausas y reorden hacia la exposición, la formulación, el análisis y la conclusión; desarmando al contrario desde la razón propia.

Este “toma y daca” dialéctico, permite allanar el camino hacia el posible escenario en el que el adversario cuestione una “verdad incuestionable”, reduciéndose él mismo “ad absurdum”.

Tips y consejos para aumentar elocuencia en oratoria

En otro orden de parámetros aplicables, de gran efectividad, el uso del contra ejemplo es una baza de gran valor, ya que con él es posible desarmar al adversario tumbando su ejemplo esgrimido.

La enumeración, dentro de esa secuencia dinámica del tempo en el mensaje, es un oportunidad para que el oponente admita nuestras premisas, una por una, y con ello podamos acercar la conclusión a nuestro favor.

Importante, también, es la mímica, vocal y el silencio. El juego de gestos, la sincronización y aplicación precisa ayuda a mantener el foco cuando se está en escena, dar congruencia al mensaje gracias a la expresividad, y desconcertar al adversario con un semblante concreto. 

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